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IDA RODRÍGUEZ PRAMPOLINI

Mientras los hombres no aprendamos que es imposible construir a base de vandalismo, no podremos salir del subdesarrollo, aunque queramos tapar el sol con la frase: “estamos en vías de desarrollo”.

Historiadora, crítica y profesora veracruzana, especialista en arte contemporáneo. Premio Nacional de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía de México.

Nació en Veracruz el 24 de septiembre de 1925 y en su ciudad natal estudió la primaria en la escuela Josefa Ortiz de Domínguez, luego en La Secundaria Libre y el bachillerato en el Ilustre Instituto veracruzano. Cuando ingresó a la enseñanza superior lo hizo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la capital del país, donde se graduó en 1947. Allí se puso en contacto con el legado cultural universal y latinoamericano. Tras culminar la licenciatura estudió una maestría en Historia Universal y el doctorado en Letras con especialidad en Historia, titulándose con por unanimidad como Magna cum laude.

Su pasión por la creación artística la canalizó al cursar el posdoctorado de Historia del Arte en la Escuela de Verano de la Universidad de Santander y de Historia de Arte y Arte abstracto en la Escuela de Altamira, bajo el estatus de becada por el gobierno federal.

Apreciada desde joven por los veracruzanos, el primer apoyo que recibió, fue en 1946, de los habitantes del barrio de La Huaca, que otorgaron donativos (kilómetro de plata) que la llevaron a ser reina del carnaval de Veracruz.

Estudio en la Facultad de Filosofía y Letras, Facultad dirigida en ese tiempo por Antonio Caso, y en cuyas aulas enseñaban personalidades de la talla de José Gaos, Edmundo O’Gorman y Justino Fernández. Fue con los primeros con los que conoció el historicismo y cómo afecta la recepción de las ideas nuestra construcción del mundo; ideas que se encuentran presentes en sus dos tesis, dedicadas a la comprensión de América recién descubierta a partir de la alegoría platónica de la Atlántida y a las historias de caballería medievales; ambos trabajos premiados por sus aún actualísimos análisis al respecto.

Del profesor Fernández nació el amor de Ida Rodríguez por el arte, que sería a partir de entonces su fenómeno de análisis predilecto, no dejando de lado la importancia de ésta en la construcción de una idea de sociedad y de mundo. Tendrá un primer contacto con el gran arte poco después, cuando el entonces presidente Miguel Alemán le premió su desempeño académico con una beca para recorrer los grandes museos de Europa.

El proyecto de Tlayacapan fue el primero de muchos que Ida emprendería en un matiz mucho más decidido en su compromiso de transformación concreta de la sociedad. Había llegado el momento de radicalizar más que nunca aquel principio que se apropió en su juventud: el arte y la cultura son los medios de transformación más decisivos que tenemos para no sólo estar mejor, sino intentar ser mejores.

Fue con esta visión que, tras jubilarse de la docencia en la UNAM, fundó el Instituto Veracruzano de Cultura, Ida Rodríguez vivió retirada en las afueras de Veracruz desde el 2009, frente a la misma playa en la que nació; ya nonagenaria, dedicaba la mayor parte de su tiempo a lecturas (a lo largo de los años, esta dedicación ha formado una de las bibliotecas especializadas más completas del Estado de Veracruz).

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